lunes, 5 de julio de 2010

Sobre la Diversidad Lingüística en España




El tema de las lenguas oficiales y vehiculares es un tema muy complejo; tanto, que después de más de 30 años de democracia en los que se ha tratado sobre ello en numerosísimas ocasiones, aún no nos ponemos de acuerdo sobre cómo enfocarlo. La verdad, a mí no me preocupa mucho la lengua que se hable en Cataluña, ni en Euskadi, ni en Galicia; lo que de verdad me preocupa es cómo se deben de relacionar dos personas que, aunque conozcan una lengua común, quieran usar su derecho a utilizar otra simplemente por mostrar su peculiaridad lingüística. Esto es un tema que está más relacionado, si cabe, con la educación, o con las pocas ganas de comunicarse, o con la poca importancia que se le da al dinero cuando los que pagan son otros.

Y esto último lo digo porque no es necesario más que ver al President Montilla, natural de Iznájar, Córdoba, hablar en el Senado ante el Vicepresidente tercero Chaves, de Ceuta, antigua ciudad de la provincia de Cádiz y hoy ciudad autónoma en la que se habla un andaluz fluido. Que en un hemiciclo español dos andaluces necesiten un traductor de catalán me parece esperpéntico. Esto es un costo añadido que considero un despilfarro en época de crisis, y más aún, lo considero una falta de civismo y una irresponsabilidad tremenda. Pero claro, no podemos romper con el dicho de que no hay como un andaluz o cualquier otro ciudadano de ascendencia foránea para defender el nacionalismo catalán o vasco. Es como si en el fútbol nos marcáramos nosotros solos.

Creo, en definitiva, que a las lenguas se les está dando una importancia que no merecen; el uso de una u otra ha de ser una forma de comunicación y no una forma de desunión o diferenciación. Si todos tenemos en común el castellano, lengua oficial de todos, es lógico que la usemos en todas las comunicaciones en las que haya interlocutores que sólo conocen esta lengua, mientras que si en una conversación entre interlocutores que además de esta conocen todos otra lengua y la quieren usar, pues que lo hagan; ¡como si deciden hablar en serbo-cróata! Pero hablar, por ejemplo, en catalán ante un auditorio mayoritariamente castellanoparlante me parece una falta de educación muy grande; otra cosa es el despilfarro que ocasiona y el hecho de pagar unos para que otros le hablen en una lengua que no es la suya y ni siquiera conocen.